“Dios”, Khalil Gibrán
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Pero Dios no dio respuesta y pasó de largo como una poderosa tormenta.
Al cabo de mil años, subí a la montaña santa y de nuevo le hablá a Dios diciendo: "Oh, Creador, soy tu creación. Del barro me formaste y todo te lo debo a ti".
Y Dios no dio respuesta, sino que desapareció como mil alas veloces.
Y al cabo de mil años, subí a la montaña santa y le hablé de nuevo a Dios, diciendo: "Padre, soy tu hijo. Con amor y adoración me engendraste, y con amor y adoración heredaré tu reino".
Y Dios no dio respuesta, y desapareció como la bruma que vela los montes distantes.
Y al cabo de mil años, subí a la montaña y de nuevo le hablé a Dios, diciendo: "Dios mío, tú eres mi meta y mi plenitud; soy tu ayer y tú eres mi mañana. Yo soy tu raíz en la tierra y tú eres mi flor en el cielo, y juntos crecemos ante la faz del sol".
Y se inclinó entonces Dios sobre mí, y en mis oídos sonaron susurros de palabras de dulzura, y así como la mar abraza en su seno un arroyo, así me estrechó Él a mí.
Y cuando bajé de nuevo a los valles y llanuras, también allí estaba Dios.
Khalil Gibrán “El Loco, sus parábolas y poemas”.
José J. de Olañeta, Palma de Mallorca, 2001.
(Selección de Beatriz Colom)