miércoles, diciembre 20, 2006

Los cuatro palos de los arcanos menores y los elementos

La relación de los cuatro palos de los arcanos menores del Tarot y los cuatro elementos parece evidente según la siguiente sentencia del Mensaje Reencontrado de Louis Cattiaux:

“La mezcla de los elementos que forma las combinaciones múltiples de la creación, es como la mezcla de cartas de la baraja, que forma las combinaciones múltiples del juego: los elementos vuel­ven a la masa y son después combinados de nuevo, como las cartas de juego vuelven al mazo y son redistribuidas sin aumento ni disminución real, pues no existe ganancia ni pérdida para el inmutable que ES”. (23/64.)

Por eso, quisiéramos presentar algunos versículos de esta obra que tienen que ver con ellos y con sus combinaciones.

02/72'. La reunión de los cuatro elementos forma la quinta esencia, raíz de la luna y el sol.
03/25 y 26. El nacimiento y la muerte, la acción y el reposo, la luz y las tinieblas, la unión y la separación, provienen del movimiento de los cuatro que producen los cambios del mundo.
El reposo de Dios se establece en la pureza cuando los elementos están unidos en perfecto equilibrio.
04/ 25'. Antes del comienzo todo permanecía en el reposo de las duras tinieblas de la muerte.
El fuego, al despertarse en el agua, ordenó el caos, y los cuatro elementos engendraron el
espíritu vivo del Univer­so
05/49'. Los cuatro elementos forman el alfabeto con el que Dios enseña a los hombres clarividentes.
18/30. El verdadero sabio es como un niño pequeño que sigue la naturaleza divina y que se hace obedecer por los elementos, sin sorprenderse en absoluto por ello.
20/46. La Providencia de Dios se manifiesta preferentemente por mediación de los creyentes de buena voluntad; pero puede excepcionalmente actuar por medio de los espíritus o incluso directamente combi­nando los elementos primordiales.
37/03. La sabiduría de Dios es un juego de los elementos naturales. La sabiduría del mundo es un juego del espíri­tu del hombre.

martes, diciembre 12, 2006

Los colores del Tarot (Emmanuel d'Hooghvorst)

En los tarots de Marsella, los colores no han sido escogidos al azar, sino que se refieren todos a una realidad oculta.
Hay, en primer lugar, tres colores principales: el azul, el oro y el rojo. El azul indica el espíritu, el oro el cuerpo y el rojo el sentido. Pero son equívocos; así, el azul significará ya sea el cielo o lo que viene del cielo, ya sea el sheol, la ilusión, el sueño, el engaño, o también el volátil, el disolvente. Lo mismo ocurre con el precioso metal, el cual significará el cuerpo del oro noble o del oro vil, el metal muerto o vivo, el oro de los elegidos i el de los avaros. Lo mismo ocurre con el sentido.
La interpretación jeroglífica de cada una de las láminas dependerá, pues, de la situación de los colores en relación con el dibujo. Hay aquí todo un lenguaje, una verdadera gramática que hay que aprender poco a poco para poder leer y comprender.
La naturaleza del oro, por ejemplo, será muy diferente según que el personaje lo lleve en la cabeza, como un casco, o que lo tenga en la mano bajo tal o cual forma, o que lo lleve sobre su vestido, etc... Estos tres colores siempre se vuelven a encontrar en cada una de las láminas y, con las particularidades del dibujo, forman el lenguaje que el autor ha utilizado. No podemos, en el marco de este estudio, extendernos sobre esta cuestión importante, pero volveremos a ello en otras circunstancias. especifiquemos, no obstante, que estos tres colores designan también las tres substancias que los magos, llegados de Oriente, ofrecieron al Niño-Dios en su pesebre: el oro puro para el cuerpo, el incienso para el espíritu y la mirra para el sentido que une el espíritu con el cuerpo.
Los colores secundarios son el blanco, signo de pureza, el verde, para significar la naturaleza, y a veces el negro. Tenemos, pues, los seis colores principales de la heráldica: gules, azur, oro, blanco o plata, sinople y sable. Finalmente, el color carne sirve para colorear a los diferentes personajes.

miércoles, diciembre 06, 2006

El Tarot de Mantegna (9 y 10). El Emperador y el Papa


Imperator VIIII
Serie S: Los rangos y oficios del hombre

Emperador es una palabra proveniente de la latina “imperator”, que significa propiamente ‘tomar medidas’, ‘hacer preparativos para que una cosa se haga’; según eso, el sentido de ‘gobernar’ derivaría de la idea de ‘ordenar’. Por sus vestidos y atributos el Emperador de la lámina se relaciona con Júpiter, del cual H.C. Agrippa ha dicho: «Ciertamente, es el pensamiento de este mundo que, conteniéndose en sí mismo, lo produjo.» Su barba y sus rasgos de anciano, muestran la eternidad de este pensamiento.
Los atributos que identifican al personaje de la lámina, son los que, desde Augusto, usaban los romanos para significar al Emperador; éste iba cubierto con el manto púrpura de los generales victoriosos, se ceñía la corona de laurel, árbol atribuido a Júpiter, poseía el cetro corto del mismo dios y sostenía en su mano el globo que representaba el universo. El personaje del grabado mira fijamente este globo, como si lo fecundara con la mirada. La utilización de los atributos de Júpiter indica que el Emperador encarnaba el poder de dicho dios sobre la tierra. Eso se confirma por el hecho de encontrarse tras una cortina, lo que le confiere un carácter sagrado, separado del mundo profano. Los pies cruzados, como en el Emperador del Tarot de Marsella, indican un gesto ritual que, según explica G. van Rijnberk, «significa la concentración volitiva necesaria para construir, consolidar y mantener lo que ha creado con su inteligencia».
El águila, situada en la parte inferior de la lámina, además de ser el ave de Júpiter, en la tradición occidental es un símbolo de inmortalidad, ya que, según la leyenda, cuando está a punto de morir desciende volando hacia una fuente, en la que se sumerge tres veces para renovarse y volver a ser joven.

(Texto de Raimon Arola, El Tarot de Mantegna)


Papa X
Serie S: Los rangos y oficios del hombre

La serie de los rangos y oficios del hombre, acaba con la figura del Sumo Pontífice romano, sucesor de san Pedro. Es el vértice de todos los poderes y la primera jerarquía, teniendo en cuenta que jerarquía significa ‘gobierno sagrado’.
El Papa lleva la triple tiara sobre su cabeza, cuyos tres pisos evocan los tres mundos, el físico, el anímico y el espiritual, sobre los que el Papa ejerce su poder. El piso inferior, que representa el mundo material, es la herencia que el hombre recibe de sus padres; el segundo piso, que representa el mundo psíquico, son las influencias astrales que el hombre recibe al nacer, y finalmente el último piso, que representa el mundo espiritual, es la parte divina que está en el hombre. Las vestiduras del Papa son blancas, símbolo de la purificación de los tres reinos.
Con su mano derecha sostiene dos llaves que significan la autoridad y la potestad espiritual que ostenta, como lo enseñó Jesucristo: «Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos.» Se han relacionado estas dos llaves con las dos operaciones alquímicas fundamentales, el “solve”, simbolizado por la llave que abre o diluye, y el “coagula”, por la llave que cierra o fija. Su mano izquierda se apoya sobre un libro cerrado, donde están escritos los misterios revelados que la Iglesia guarda y transmite.

(Texto de Raimon Arola, El Tarot de Mantegna)