lunes, febrero 12, 2007

“Ver a Dios”. Relato sufí

Un adolescente, discípulo de Abû Toràb Najashî, poseía una gran capacidad extática y un estado espiritual superior, de tal modo que llegó a alcanzar un gran número de estaciones espirituales así como estados de experiencia mística, en los que las visiones se sucedían.
Sin embargo, su maestro insistía constantemente en esta enigmática frase: “¡Oh, si pudieras ver a Abû Yazîd!”
Un día, el discípulo ya no pudo más y muy enfadado le contestó: “En lo que a mí respecta, veo al Dios de Abû Yazîd, así que ¡no tengo ninguna necesidad de ver a Abû Yazîd!”
El maestro se lo quedó mirando y con un poco de tristeza le contestó: “¡Pobre de ti!, ves a Dios con tu ojo. Si vieras a Abû Yazîd, verías a Dios con el ojo de Abû Yazîd.”
El discípulo se sorprendió ante estas palabras y entonces exclamó: “¡Tienes razón, levántate y vayamos a verle!”
El maestro se levantó y seguidamente partieron para encontrar a Abû Yazîd. Cuando estaban llegando a su casa, de un bosquecillo cercano salió Abû Yazîd, vistiendo una zamarra de piel. Al verlo, el joven discípulo lanzó un grito y cayó muerto.
El propio Abû Yazîd le cogió en sus brazos con dulzura mientras murmuraba en persa: “¡Pobre muchacho! ¡No has podido ver a Dios!”
Entonces Abû Torâb exclamó asombrado: “¡Oh mi Señor! ¿Quienquiera que te vea debe morir?”
“Ciertamente no”, respondió Abû Yazîd. “Pero en tu discípulo habitaba un secreto que no se ha desvelado como él hubiera deseado. Cuando me ha visto, se ha manifestado este secreto, pero no ha podido soportarlo, porque era débil”.

(Este relato proviene del tomo III de la obra de H. Corbin, En Islam iranien)